Angela Diaz
Don Juan abordó el barco, con frustración pensaba en aquél episodio que le ahogaba el alma. Mientras se despedía, su mente evocaba todas las vivencias junto a Catalina, nunca imagino que todo llegaría hasta ese fatal punto.
Ya se había escuchado la última sirena del barco, miró hacia el muelle por última vez. Tomó asiento y durmió un poco. Al levantarse no había más que un hermoso paisaje rodeado por un mar infinito sobre el cual las gaviotas danzaban como en sueños, por efecto de la niebla. Pensó en lo fantistico de la imagén, estaba concentrado en lo que sus ojos apreciaban. Por un momento olvidó a Catalina. Parecía que el mar lo embrujaba. Miró a su sobrino y le dijo:
-Juanito has pensado alguna vez en lo bella que es la vida?
-No mucho, o sí, no sé, porqué, qué pasa? - Responde Juanito sorprendido.
Don Juan no responde, sólo vuelve la vista al paisaje y piensa. Una rafaga de aire demasiado frío pasa sobre él, inemdiatamente se levanta y se acerca lo más posible a una de las paredes del barco para mirar la profundidad del mar, mira, siente alegría. Vuelve Juanito y dice:
-Juanito seré un hombre nuevo, todo ha cambiado en mí, amo mi vida, mi familia, sólo quiero llegar junto a ellas.
-Juanito muy soprendido le pregunta: ¿Se siente usted bien?
-Porsupuesto mejor que nunca, este viaje me ha mostrado las cosas valiosas de la vida.
-Pero y? lo que pasó, yo pense que....
-Irrumpiendo don Juan le dice: Aquí no ha pasado nada, ahora lo importante es el futuro, ya vera cada quién como se las arreglas. Yo no le pedí que se matará. Dice Don Juan con voz baja.
Juanito sorprendido se levanta algo molesto y confuso.
Don Juan, le grita que regrese, Juanito no lo hace. Don Juan toma asiento de nuevo y piensa que el ser humano es extraño, tanto como él.